Dani Pérez, canoísta: «Afronto el selectivo para París sin presión, otros tienen ventaja»

«El primer curso en La Seu me costó, nunca pensé que iba a terminar en la otra punta de España», reconoce el canoísta salvaterrrense de la selección española

Daniel Pérez Cortegoso (Salvaterra de Miño, 21 años) aspira a clasificarse para los Juegos Olímpicos de París en C1 pese a estar renqueante de una lesión en el hombro. Entró con 16 años en la selección española y está «contento con mi progresión, me encuentro bien».

Ahora se va y ya no vuelve a casa en unos cuantos meses. 

Hasta julio ya no tengo previsto regresar. Yo tengo 21 años y me encuentro bien. Estoy contento con mi progreso, pero es cierto que la temporada pasada sufrí una lesión en el hombro. Me fastidió bastante y todavía estoy ahí arrastrándola. En la concentración de Dubai, se me volvió a salir el hombro y voy poco a poco. Pese a ello, ya hice segundo en la Copa de España, por lo que estoy satisfecho.

Supongo que será inevitable la operación a medio plazo. 

Será algo obligatorio, pero ya hablé con los doctores. Como es un año especial, al ser olímpico, valoramos que tenemos que intentarlo. En otra temporada, sin esa opción de ir a los Juegos, ya me operaría. Pero no puedo permitírmelo.

Y entre abril y mayo ya tienen el selectivo para entrar en los Juegos y también definen el resto de la temporada. 

Los selectivos, en mi deporte, abren la puerta a todo lo que pueda pasar en la temporada y también puede ser que te cierren esa puerta en la cara. Y te quedas un año esperando.

Están sometidos a cambios y cada año pueden meter criterios nuevos, pero consta de una serie de bajadas, entre cuatro y ocho. Dos o tres se descartan y, de las que quedan, se hace una media y, en función de ella, se escoge a los tres mejores para entrar en el equipo absoluto. Y, este año, además, se eligirá al mejor para representar a España en París.

En canoa está Miquel Travé como principal candidato y tanto usted como Luis Fernández como aspirantes, con la opción de que si ganan, se meten. 

Sí, es así. Si uno gana los selectivos, se mete. Y a mí me gusta jugar con el factor de que no tengo presión. Como no tengo ninguna ventaja, no tengo que conseguirlo sí o sí. Puedo jugar con todo, pero sin miedo al riesgo. No tengo nada que perder porque no dispongo de una ventaja inicial. Este deporte no es como el atletismo, que un deportista parte con una marca determinada y sabe lo que puede más o menos hacer. Aquí no, hay un trazado y las opciones son infinitas. Puedes tocar cuatro palos, dos o sacarte la bajada de tu vida si arriesgas y sale todo bien.

¿Cómo es su día a día en La Seu?

Llevo cinco años y ya dispongo de bastantes rutinas. Me levanto a las 8 de la mañana y se va trazando el plan. Ahora, estudio a distancia y, en invierno, acostumbro a darle un poco por la mañana hasta ir al auga, que voy a las 11:00 o un poco más tarde de lo habitual por el frío. Después, en función del día, puedo pasar por el gimnasio, comer, una merecida siesta, que no falta, y volver a rendir con la segunda sesion dura del día. Ya sea el agua o ir a correr, en función de cada uno.

Estudia a distancia, que es algo habitual entre los palistas. 

Sí. Al final, La Seu es una localidad en medio de la montaña con 12.000 habitantes. Opciones para estudiar no hay muchas y la mayoría opta por hacerlo a distancia. El primer año sí que me costó bastante. Me fui de casa con 16 años y primero pasé por el Centro de Alto Rendimiento de León y después vine aquí. Nunca imaginé que iba a estar en la otra punta de España. Pero sí que tuve el apoyo de mis padres y de mis patrocinadores (Quaker Hougton, Viguesa de Lubricantes y Electrica Alto Miño -EMA-).

Y es un lugar que mucha juventud tampoco habrá.

Sí que van llegando jóvenes pero, por ejemplo, los amigos que yo hice al llegar y con los que estudié en Bachillerato no se quedaron en La Seu porque terminan yendo a otros lugares a estudiar. Permanezco yo con el deporte porque para entrenar es un lugar ideal. Es como en la película Rocky IV, que me encanta. Está todo el tiempo allí en la montaña y nosotros es algo similar, estás siempre enfocado en el deporte.

¿De qué manera entró en la selección española?

De niño, nunca pensé en poder dedicarme a esto. En mi caso, tuve la suerte de que disponía de talento para adaptarme de forma sencilla a las situaciones que se dan en las competiciones. No sentía que tenía que esforzarme tanto para adquirir la habilidades y notaba que rendía bien en las bajadas, que crecía bajo presión. Cuando fui a los primeros selectivos, encontré más competencia y no terminé de asimilarlo bien. Era cadete de primer año y no salieron. En el segundo intento, ya conseguí entrar y quedarme en el equipo español.

Usted está en edad sub-23 y, salvo una catástrofe en el selectivo, tiene garantizada una campaña internacional. 

Este año tengo esa situación complicada con el hombro y, al terminar el selectivo, lo vamos a valorar. En función de lo que tenga asegurado, la temporada sub-23, la absoluta o los Juegos, se valorará qué hacer con el hombro. En el caso de entrar en París, iremos hasta el final, pero lo tenemos que valorar.

¿De qué forma se lesionó?

Fue en la última competición de la temporada, en la que me dieron la opción de pasar de mi modalidad, que es el C1 normal, a competir en kayak cross, que es una disciplina nueva. Pasé la primera ronda, lo que es un éxito, y en la segunda ya caí mal por la rampla de salida y, al llegar a un remonte, golpeé a otro palista y el hombro se me desencajó totalmente. Hice una resonancia y ya vimos que tenía el Labrum roto. Es una lesión habitual para los piragüistas.

¿Cómo comenzó en el piragüismo slalom?

Vino el que es el presidente de mi club (Penedo) al colegio de Salvaterra en el que estudiaba. Dieron una charla global de piragüismo con cuatro cursos. Todos nos quedamos flipando con este deporte, pero de unos 100 niños, el único que optó por entrar fui yo. Yo preguntaba a mis amigos porque queríamos ir, pero al único que le coincidía bien era a mí porque otro ya iba a fútbol o no le dejaban los padres y así. Y comencé directamente en el slalom. Me gustó y me quedé, hasta hoy.

La Copa de España fue en Mondariz, que es de los pocos sitios con campo para competir. 

En la actualidad, hay pocos lugares en Galicia para hacerlo. Tenemos el de Mondariz, otro en Padrón y un tercero en Arbo, que no está permanente. Y, en Portugal, está Covas, pero no son muchas opciones y, además, una riada se llevó el que había en el de Salvaterra, en Cordeiro, que era un sitio muy agradable y yo tenía la suerte de ir caminando.

El piragüismo slalom tiene pocos practicantes, pero hay hasta cuatro gallegos en la selección. 

En Galicia hay un gran nivel en el piragüismo. En aguas tranquilas ya es una enorme potencia, pero en slalom sí que somos pocos, cuatro gatos, y, pese a ello, hemos tenido en un margen de unos seis años, entre Luis Fernández y yo, una generación muy buena. Tiramos y conseguimos meternos en competiciones internacionales. Y es una pena que no se haga ese canal de aguas bravas en Galicia. Sería muy positivo.

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